¿Tienes casa nueva y no te gusta el color de las paredes o llevas un tiempo viviendo en tu casa y las paredes están ya sucias o descascarilladas? Hay dos opciones: llamar a especialistas o animarte y hacerlo tú para ahorrarte el dinero.
Si vas a llamar a un pintor, tan solo tendrás que preocuparte de elegir el color de la pared y el estilo: brillo, mate, estucado… Ellos taparán los muebles, si los hay, (si la casa está recién comprada y vacía, es más fácil) y te dejarán la casa como estaba, solo que con las paredes recién pintadas.
Si eres valiente y un poco manitas y has decidido hacerlo tú, además de elegir la pintura como en el caso anterior, tendrás que encargarte de comprar plásticos si tienes los muebles, cinta carrocera para cubrir marcos y juntas que no desees pintar, brochas, cubetas, diluyente, aguarrás (no será necesario si es pintura al agua), un alargador de rodillo para el techo… En la tienda, cuando compres la pintura, te aconsejarán acerca del tipo de brochas, rodillos y pinceles que debes comprar.
En cuanto a la elección de la pintura, eso depende de los gustos, pero recuerda que cuanto más fuerte sean los colores que elijas, más te cansarás y más pequeñas parecerán las habitaciones. Por contrario, más limpias se verán las paredes durante más tiempo. Juega con pintar todas las paredes del mismo color, en tono claro, y solo una en tono más oscuro.

En cuanto a los marcos de las puertas y ventanas, hay quien prefiere dejarlos en blanco, sean del color que sean las paredes, pero si te apetece, puedes pintarlas en un par de tonos más oscuros o más claros que la pared.
A veces, no es necesario cambiar los muebles de toda la casa para que esta parezca nueva. Simplemente, pinta las paredes.





